Para un diseñador gráfico es especialmente importante tener una buena presencia en la red. En ella, debe verse reflejado el trabajo que ha ido llevando a cabo desde que inició su etapa como diseñador. La red debe ser el reflejo de un buen trabajo hecho, como una carta de recomendación.
Una de las recomendaciones que me llama especialmente la atención es la de no poner en peligro nuestra reputación: hay que separar lo que pertenece al entorno corporativo o de trabajo de lo que es meramente personal. Y es que no sabes quien va a poder buscarte, o incluso encontrarte sin querer, y no vas a querer que una posible oferta de trabajo se vea truncada por un foto comprometida o un post donde priman las faltas de ortografía. No soy la persona con más rastro en la red, y eso es porque me he dedicado a la docencia. Eso significa que, hoy día, cualquier alumno ha podido tener acceso a mi buscando en la red por mi nombre, por ello he tenido que cuidar muy bien mi imagen.
Hoy día no tengo apenas presencia en la red, mas allá de un instagram personal y una cuenta de Twitter en la que solo ojeo, como si fuera un periódico, a diario. También uso mi cuenta de LinkedIn, aunque no la uso más que para que queden reflejados mis estudios.
Haciendo egosurfing lo que me ha sorprendido es la cantidad de chicos que coinciden con mi nombre. Tienes que buscar más allá de la primera página de Google para encontrar información sobre mí. De momento es algo bueno para mí, ya que prefiero mantenerme al margen hasta engordar mi portfolio con trabajos de los que me sienta orgulloso.
Siempre le he tenido mucho respeto a las redes sociales y a qué imagen quiero dar en ellas, porque investigando un poco podemos comprobar que la red es mucho más oscura de lo que aparenta. Pienso que la gente no es consciente de los peligros que conlleva exponerse a gente desconocida. Hackers, personas que te espían en la sombra, gente anónima e incluso tu propio jefe, son algunos de los ejemplos que podemos encontrar al exponernos, al lanzarnos al vacío de la red.